18.12.05

SEÑORA ABRAMOVICH



Mi infancia siempre fue algo curiosa, y eso se acrecentaba cada navidad, donde las fantasías de mi padre cobraban mas vida que de costumbre.

El siempre nos rodeó de un montón de amigos imaginarios, como el Mono Casimiro , y nos puso diversos sobrenombres, pero lo que fue el colmo, fue hacernos vivir una navidad bastante “alternativa”, que ya se la quisiera cualquier cabro chico engrupido en esa onda.

Me acuerdo que en mi época los regalos de moda eran los Buggitos y las HuggaBach (o algo por el estilo) mientras veíamos el Show de Porky y los Picapiedras (caida en mala del carnet), y nuestro pino de Navidad era digno de la casa de Sin Corazón de los Cariñositos, y cada año nosotros esperábamos ilusionados la llegada de quien traería los regalos, pero un año, el caballero gordo y barba blanca no iba a venir mas, no me acuerdo si se había jubilado o renunciado a la pega, pero el cuento era que estaba aburrido así que en su lugar vendría la señora Abramovich en su camión volador, junto a sus ayudantes vestidos de overoles azules.

Claro, buena manera de pasar piola frente al bombardeo de comerciales de los Buggitos, Oh! eran marca Abramovich!, la entonces marca cabrona de los jugetes de navidad. Cada día que se acercaba la navidad, mi papá nos contaba mas detalles sobre la señora Abramovich y al final lo único que esperábamos era ver su camión volador.

Llegada la noche de Navidad, mi papá hacía todo un show. Escucharon un bocinazo?? (claro, no habían cascabeles ni renos) y nosotros corríamos a ver el camión y uno juraba de guata al suelo que había visto una rueda o un camión que brillaba en medio del cielo.

Al volver a la casa, los juguetes estaban ahí y todos éramos felices porque la señora Abramovich trajo todos los pedidos y siempre mi mamá y mi nana nos contaban que habían alcanzado a ver un caballero de overol corriendo, o que trataron de detenerlos para que lo viéramos pero siempre sin resultado.

Días después las cosas no me calzaban, ¿por qué ningún otro niño conocía a la señora Abramovich? Por qué sólo llegaba a mi casa? Pero hasta el día de hoy agradezco a mi papá por habernos hecho pasar las Navidades más entretenidas y de pasada reírme un poco de la ingenuidad infantil.

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