31.1.06

LATERO ¿ YO ?


Un conductor gesticulando como el peor de los actores nacionales, atrapado en un estudio ochentero y con una banda de pub malo sonando de fondo. Así es “La tele o yo”,el nuevo programa de Julio César. Eso, más monólogos lamentables y sobreactuados.

El primero fue sobre cómo Julio.Cesar había logrado tener su programa a punta de sacarse guata, papada y alargarse los dientes con risas sobreactuadas en el estudio. Y en el sillón de la casa, nada, ni una mueca. Cri, cri.

Lo que Rodríguez no cuenta en sus monólogos de chistes olvidables fue su verdadera mutación: la de un periodista que partió como una especie de Lanata,dando peso y forma a La Nación Domingo, y que luego ayudó a crear Plan B. Eso, hasta que llegó a la televisión: primero como editor de De Pé a Pá, luego como jurado de Rojo y finalmente, como creador de Rojo V.I.P.

Un Audi y el reconocimiento de la señora Juanita fue el premio del destino; toda intención de denuncia, completamente borrada. Los tiempos del JC periodista estaban atrás.

El problema de Julio César no es que sea un mal entrevistador, mas allá de una que otra pregunta de mal gusto (“¿Quién la tiene más larga, Paulsen o tú?”, le preguntó a Villegas en La Tele O Yo).

Lo que le hace la gran zancadilla –como a todos en la tele- es su ego que quiere tragarse la pantalla. Y cuando se ríe de sí mismo, da la impresión de que la están pasando mal.

Por eso no es un buen late. Y se queda sólo en ser la “versión chilena” de Buenafuente.

Julio César es el funcionario trasgresor de TVN. Uno que disfraza a alguien de un pito para que diga que “está aburrido de ser ilegal”, o del padre de Elton John para reírse de los homosexuales, pero que termina siendo otro treintón chileno con el síndrome Estocolmo: esos progres que dentro de sí llevan un pequeño y temeroso dictador.

Por eso Julio César es capaz de entrevistar a Francisco Javier Cuadra y definirlo como un Rolling Stone (puaj!) Eso no es irreverencia, eso es como cuando consideraban a Cristian Sánchez como un “tipo atrevido” o a Felipe Izquierdo como un “ácido”. Esas son mentiras.

Y es que lo más siniestro que tiene la tele, es hacerte creer que eres el rey del mundo, el más gracioso, el más jugado, el más de lo más, como le pasa a Julio César.

Es que el saludo de la dueña de casa te aleja de la realidad de solo ser un empleado de un canal.

En conclusión: entre la tele o uno, gana siempre la tele.

A uno lo pueden cambiar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tienes toda la razon, JC se vendio al sistema y dejo de ser el que era antes.