14.7.06
DOBLE VIDA
Entre los recortes de prensa que guardo de los últimos meses, figuran algunas noticias sobre el caso del descuartizado.
Prácticamente todas las informaciones apuntan en la misma dirección:
el heladero Martínez mató a Hans Pozo. O por lo menos lo mandó a matar. Y cuando iba a ser descubierto por la policía, prefirió pegarse un balazo antes que enfrentar las consecuencias de su crimen. Eso se dijo.
¿Se acuerdan de Hans Pozo, el descuartizado?
Fue tema nacional de conversación a lo menos un par de semanas. Entre que empezaron a aparecer los restos de Pozo dispersos en la zona sur de Santiago y el suicidio del heladero Martínez, pasaron doce días.Todos jugábamos a ser detectives.
¿Quién lo mató? ¿Por qué lo hizo? ¿Cómo se explica la sangre de Pozo en la heladería de Martínez, ubicada en el paradero 30 de Santa Rosa, y en su furgón? ¿Es verdad que Martínez dejó una carta de veinte carillas? ¿Llevaba doble vida el heladero Martínez? ¿Está comprobado que este esposo y padre de familia, pequeño empresario, jefe de inspectores de la Municipalidad de La Pintana, mantenía en forma secreta relaciones homosexuales pagadas con muchachos de la calle? ¿Estaba siendo extorsionado Martínez? ¿Pozo le cobraba dinero a Martínez, cada vez más dinero, para no contar aquellas verdades que lo incomodaban en sociedad?
El recurso de la extorsión en un mundo de apariencias es antiguo, si es que ésta fue la razón por la cual Martínez mató o mandó a matar a Hans Pozo.
Cuando una amiga me sugirió la eventual doble vida del heladero Martínez (una vida convencional, y la otra inconfesable a tal punto que acaba convirtiéndolo en asesino), pensé en la mejor historia de doble vida que leí alguna vez. La escribió el francés Emmanuel Carrere en su libro El adversario, y de esta historia ya se han hecho tres películas en Europa.
El adversario cuenta la vida de Jean-Claude Romand, un francés cuarentón casado, con dos hijos pequeños, que iba por la vida presumiendo ser médico de la Organización Mundial de la Salud y que quedó al descubierto en enero de 1993, cuando después de matar a sus padres, a su esposa, a sus dos hijos y hasta a su perro se toma un montón de pastillas somníferas con la idea de suicidarse. El plan sólo fracasa en la última parte: Romand sobrevive al intento de suicidio, y finalmente en el hospital y después en un largo juicio confiesa sus crímenes cuando el puzzle empieza a armarse y se hace evidente que la biografía que Romand se ha inventado frente a su familia y entre sus amigos no es más que una farsa.
Jean-Claude Romand decía que era médico, pero sus estudios de medicina los había interrumpido en el segundo año de universidad.
Romand aseguraba trabajar en la OMS, con sede en Ginebra, distante treinta o cuarenta kilómetros del pequeño pueblo francés donde vivía, Gex, y donde en una casa vecina también vivían sus padres. Lo que Romand hacía diariamente era irse a vagar en su auto lejos de Gex, y a veces quedarse horas aparcado en estacionamientos gratuitos dejando que transcurriera la jornada laboral. Incluso, a veces simulaba ir a congresos y conferencias para así permanecer varios días fuera de casa. En esos casos solía ocultarse en sex shops y casas de masaje de Ginebra.
Su doble vida la mantuvo casi intacta durante más de quince años, y lo más sorprendente es que nadie sospechó de él. Todo parecía natural.
Estas historias de doble vida parecen de ficción, pero son la vida real. Me ha tocado escuchar casos bien chilenos de padres de familia supuestamente ejemplares que cuando mueren gatillan el inevitable encuentro entre su familia titular y una familia que ha permanecido oculta, y que ahora llega a reclamar lo suyo o al menos a decir nosotros también existimos y también tenemos derecho a llorarlo.
Los casos más complejos suelen ser aquellos en los cuales hay herencias importantes: el móvil del dinero.
Romand vivía de los intereses generados por platas secretas que él ofrecía administrar en bancos suizos a distintas personas que le confiaban ahorros de toda una vida. Justamente la posibilidad de que su historia fuese descubierta por unos dineros que no tenía cómo devolver gatillan su decisión final, la locura extrema: matar a su entorno más cercano y matarse él también para no enfrentar la verdad de su biografía.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario