9.6.06

¿QUIEN LE TEME A OSCAR SIERRA?


Los misterios urbanos, en vez de ir descifrándose, resultan cada vez más prolíferos e interesantes.

El carácter mitad-verdad mitad-imposible que envuelve a cada uno de ellos siempre vuelve a ser ensalzado, sobretodo en carretes de larga conversación o simplemente, cuando el tema se acaba y se recurre a aquello sobre lo cual nadie quiere conversar... quizás por aburrimiento o por evitar sembrar algún tipo de pánico colectivo.

A pesar de que muchas de estas interrogantes son planteadas a causa de lo sucedido en las superficies callejeras, he descubierto que es muy erróneo pensar de que estando metros bajo tierra se está más seguro de las vacilaciones provocadas por el infinito fenómeno del boca-en-boca. Incluso todo lo contrario.

Estar en el Metro o en uno que otro refugio subterráneo puede invocar la acción del instinto suicida y, de paso, provocar fobias inmunes a los fármacos de alto calibre.Es justamente la premisa anterior la que me ha mantenido sin sueño y con una curiosidad visceral por desentrañar un enigma inquietante y que registra sus orígenes precisamente en el sistema de transporte público infraterrestre.

Hasta el momento, el Metro era para mí un lugar de cachondeo, estudio, descanso, musicalización y agresión a desconocidos con actitud de dame-el-asiento-porque-soy-mayor. Descubrir la faceta misteriosa/seudo-esotérica de este lugar fue algo totalmente nuevo y descolocador.

Todo sucedió en una mañana de tediosa rutina. Gimnasia bancaria, saldando cuentas y caminando al ritmo de una ciudad que se resiste a demostrar afabilidad. Ya quedando liberado de los quehaceres, el Jorge Eduardo observador/atento/crítico se activó.

Bastó que terminara de bajar la escalera hacia el andén de la estación Tobalaba para que de repente una voz del altoparlante gritara en un tono sonso y pausado "Oscar Sierra... Ossscar Sieeerra".

De inmediato pensé en algún boletero que ocupó más tiempo del debido en el W.C., pero la chispa del misterio hizo llamas cuando al bajar en Escuela Militar, escucho el mismo llamado.

Al principio pensé que yo estaba formando parte de una sucia jugarreta televisiva, pero días más tarde (y habiendo callado este extraño hecho), alguien me comenta que ha escuchado el llamado de Oscar Sierra a lo largo de la línea 5.

Ok... estamos hablando de dos líneas distintas. Oscar Sierra debía significar algo.

Automáticamente pensé en que podría tratarse de un operativo de seguridad. Las iniciales O.S. calzaban perfectamente, y era una forma ingeniosa de agarrar a algún maleante escapadizo. Pero por otro lado, las consecuencias de la revolución neurofarmacológica podrían llevar a considerar la consigna como una Obstrucción de Suicidio.

No me extraña en lo absoluto que cada dos minutos un cristiano incomprendido intente pasarse a la dimensión desconocida mediante un clavado a los electrizados rieles.

Sea como sea, hay un código allá afuera (más bien allá abajo), que busca ser descifrado.

Nadie sabe por qué el nombre y por qué la frecuencia de invocación, pero sin duda, espero recibir noticias de Oscar Sierra en alguna eventualidad.

Aunque fuese en la misma vida de ultratumba.

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