17.9.05

EL LOBO, EL BURRO Y LA CHANCHILLA




El jueves leí con estupor una pequeña entrevista que publicó La Segunda a Berta Brito, dueña de la fonda oficial santiaguina "La Grandiosa Bertita".

- "¿Y es verdad que en algunas partes se usa carne de burro (para hacer anticuchos)?", le preguntó la periodista.

- "Es verdad, y de chanchilla también". Y después agregó: "Si ve anticuchos a $200 ¡no coma! Es un riesgo. ¿Qué anticucho puede costar eso? Los que venden los ambulantes, que no le pagan un peso a nadie".

- "¿Son de burro o chanchilla (los anticuchos)?", insistió la reportera haciendo, probablemente, una leve mueca con su boca.

- "O de perro", decretó Bertita.

Reconozco que no tengo idea qué es una chanchilla. Espero que sea algo mejor que una chinchilla, porque si fuera sólo un porcino hembra de corta edad, a mi juicio, no sería tanto el problema.

Como sea, esa entrevista me afectó. No sólo por las consideraciones de higiene y salud pública -muy válidas y respetables- que se pueden invocar, sino por el engaño, la mentira, el fraude a la fe pública que involucra tal revelación.

Después de leer eso comencé a dudar de todo. Por un segundo me sentí como Claudio Bunster ex Teitelboim. ¿Y si quizás he vivido toda mi vida engañado no sólo con los anticuchos para el "18" sino con otras cosas más importantes, como si fuera yo el protagonista de The Truman Show?

Como un latigazo golpeó mi mente el recuerdo de la película King Kong. Yo era un niño entonces. La vi tantas veces que me aprendí de memoria los diálogos. Hasta que un día, sin querer, descubrí un extraño destello metálico en la piel del gigantesco gorila. Era, sin lugar a dudas, el cierre del disfraz.

La siguiente imagen que invadió mis pensamientos fueron los moretones de Quenita, luego las firmas truchas que presentó Aucán para inscribir su candidatura, y hasta el políglota que alguna vez trajo Viva el Lunes y que no fue capaz de entender ni una frase en inglés, después de naufragar con el árabe y el hebreo...

Después de todo eso no me quedó más remedio que creer en la versión que circuló durante toda la semana en el ambiente político y que asegura que el lobo marino que estuvo a punto de comerle el rostro a Sebastián Piñera también era falso.

El punto clave es quién estaba dentro: ¿Longueira? ¿Lavín? Por contextura descarto al chico Solari, pero también podría ser alguien del bacheletismo.

¿O habrá sido una suerte de "autogolpe", orquestado desde el piñerismo, con el único objeto de conseguir publicidad gratis? ¿No habrá sido el negro Piñera el que estaba dentro de la peluda indumentaria?

No sé. Pero al menos estas fiestas patrias no probaré anticucho alguno. Y en los próximos meses lo voy a pensar muy bien antes de comprarme los artilugios de cualquier candidato. Gracias Bertita por abrirme los ojos.

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