26.10.05

DISNEY CRIOLLO



Muchas veces en mi vida me pegué el endemoniado viaje en metro para llegar a “la diversión total”.

No lo era, pero una mística rodeaba el lugar y nos hacía volver y volver, como si se tratase de algo adictivo.

Los juegos... no eran de lo mejor, hay que asumirlo. La verdadera diversión estaba en todo lo que los rodeaba.

Como olvidar aquellas tardes de Sábado en las que las colas no avanzaban ni un solo centímetro debido al constante ingreso y retiro de gente. Uno miraba para adelante y veía a todo tipo de gente gritándole a otra “Oye, estamos acá”;, lo que transformaba a las 500 personas de la cola en un montón de idiotas que le dan la pasada a estas personas que se quieren incorporar al jolgorio popular para acceder a la diversión.

Como no recordar aquel inolvidable barco pirata en el que el vómito corría de adelante hacia atrás, mientras la puber que lo había emitido imploraba que detuvieran el juego.

Como borrar del disco duro esos autos del amor en los que uno se subía, todo se oscurecía y daba vueltas cada vez mas rápido, para que posteriormente te cubriera una cosa de pseudo cuero, asfixiándote y transformando un asunto que se supone que sería excitante para la pareja en algo ahogante y casi suicida.

Simplemente el lugar tenía algo que no existía en ningún otro lado.

Unos monos que trataban de ser Mickey, El Pato Lucas o no sé que y en realidad parecían ficciones gore de algún comic bizarro.

Yo era niño y vi a Donald sin cabeza. ¿Entendieron eso?: EL PATO DONALD DESPUES DE LA GUILLOTINA!. Eso es lo fantástico de nuestro rincón de entretención, ¿o tú crees que en Orlando vas a ver decapitados?. Ja.

Ese era el secreto que escondía para soprenderte cada vez que ibas, el tener anexos de entretención.

Acaso alguna vez alguien tuvo miedo del espiral de la montaña rusa. No creo. Lo que era increíblemente intimidante ahi eran esos fierros que rozaban tu cara y pasaban a dos centímetros de tus manos. Nadie estaba creando ficción al decir “no saque las manos del vehículo”. Mano afuera = manco. Esto sin olvidar jamás aquel hermoso mito creado alrededor de ese montón de fierros sobre el descarrilamiento de una de las máquinas con consecuencias fatales para una pareja. Una joya digna de Hitchcock.

Si sigo puedo no terminar nunca de enumerar; los piratas vivos dentro del juego, las violentas y depravadas manos en el secreto de la pirámide (monga, para los fanáticos), depositar saliva en las telarañas de la mansión del terror, ver a la masa usufructuando de lo que caía desde los bolsillos invertidos en los juegos que desafiaban la gravedad, parejas dando bote en el suelo al ritmo del tagadá, drogarse con el olor a desague del black hole. Tantos momentos inolvidables.

Ahora dicen que es el “parque de las montañas rusas” y que hay nuevas atracciones. Estoy seguro que sí, ha pasado mucha agua por el splash desde la última vez que fui, pero solo puedo afirmar que al parque al que yo asistía no le sobraba nada. Le faltaban millones, pero no le sobraba ninguna.

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