22.7.08

YO TAMBIEN SOY UNA VICTIMA DE FACEBOOK


No hay día en que no oiga a algún amigo suspirar: "Me quiero salir de Facebook". Esas quejas y ese grito no se condicen con el entusiasmo con que veo a esos mismos quejosos añadirle aplicaciones, fotos y amigos a su propia pagina. Yo mismo me he sentido víctima de esa impotencia. Odio el Facebook, aunque en la practica le consagro mas tiempo que a muchos de mis amigos y mis placeres.

Siempre espero que va a pasar algo extraordinario en Facebook. Espero un beso, un abrazo que nunca llega. Me pierdo en un contacto que no contacta a nadie, recuerdo a gente que ya olvide, entro a cursos en que no estudie y le sonrio a bebes desconocidos, gatos de solteronas y perros abandonados. Comparto eso que antes era lo mas secreto de todo, un asado con los amigos, el primer paso, la llegada de una amiga de Nueva Zelandia. Vivo la ilusión de una intimidad universal en la que todos somos igualmente gordos, feos y felices.

Ayer solo los héroes, solo los genios y los demonios tenían derecho a tener su perfil a vista y paciencia de todos. Nos hemos rebelado todos contra ese privilegio. Ahora, al revés, hacemos cosas ordinarias, tenemos hijos y casas solo para mostrarlas. Vivimos para ser publicados.

Por eso no hay gente mas inconsecuente, mas mal educada que los que restringen la visión de sus fotos en Facebook. Tener Facebook es renunciar a la privacidad y ser parte de un enorme colegio en el que somos todos mechones.

Esa es quizás la razón por la que ha tenido tanto éxito en este enorme colegio que es Chile. Los que se quejan de Facebook no hacen otra cosa que reproducir las quejas de los adolescentes que fuimos. El Facebook, idea basada en el libro que te entregan el primer día de clases en Estados Unidos para que conozcas a tus compañeros, nos devuelve a la frustracion, la rabia y la tibieza del primer día de clases. Primer día de clases, pero sin graduación al final, infinito patio escolar virtual, el Facebook es en el fondo un certificado de inmadurez perpetua.

LO SIENTO, COMPADRE, LA SUERTE ES MIA


Un bolsero se llevo sin avisar el boleto de Kino de su amigo antes del sorteo. Después apareció millonario y campante posando para la foto con la familia. La justicia chilena siempre ocupada de temas importantes para el país, ha tomado el caso.

Desde el punto de vista jurídico el asunto no deja de ser apasionante. Si se mira fríamente, el amigo bolsero solo saco un papel que cuesta 700 pesos. Pero también le quito a su amigo un futuro posible, un destino de Pamela Diaz y diosas del caño, unos cuantos Audi y casa al contado. ¿ Era conciente de lo que se llevaba ? ¿ Vale lo probable lo mismo que lo probado ? ¿ Podría yo demandar a todos los tipos que se han acostado con mis probables novias, que han escrito los libros que yo podría haber escrito ? ¿ Puedo querellar a mi madre por no haberme tenido con un gigante rubio y tonto que me hubiese dejado a mi igual ? ¿ Puedo pedir a Dios que me indemnice por haberme hecho nacer chileno a finales del siglo 20 y no argentino en los años veinte ?

Los boletos de lotería pueden ser de uno o de otro. Pero ¿ de quien es la suerte ? Puede que los números no se hubiesen dignado a alinearse si el dueño del boleto lo hubiese conservado. Quizás el bolsero no tenia otra intención que salvar a su compadre de una decepción mas. Quizás eso es lo que la diosa fortuna premio: la buena acción de salvar a su amigo de una nueva derrota. Cuando se trata de suerte y destino todo se vuelve probable, raro, impredecible. A esa incerteza terrible y apasionante se enfrentan jueces, fiscales, inculpados y publico en general.